Liderazgo es un término equívoco, como lo son las palabras “amor” o “éxito”. Se pueden referir a muchas realidades, algunas muy distintas entre sí. El error más frecuente que he encontrado es confundir el todo con la parte, es decir, aislar una característica del liderazgo y pensar que es lo que lo define por completo.
Es verdad que un líder debe ser capaz de convocar seguidores, pero eso no define a un líder. Por eso algunos consideran como grandes líderes a personajes como Hitler o Stalin. Han olvidado que la acción del líder debe tener una dirección, un sentido constructivo, noble.
A nivel empresarial se considera que un líder debe conseguir resultados, lo cual es verdad, pero no es lo único. En las listas de líderes empresariales podremos ver aquellos que han hecho crecer económicamente a su organización. Pero los resultados se pueden dar sacrificando el largo plazo, maltratando la cultura y la motivación de los trabajadores.
Siguiendo la teoría de la acción directiva de Juan Antonio Pérez López, estableceremos tres dimensiones que un líder debe desarrollar, las tres fundamentales:
Dimensión estratégica: se refiere a la capacidad de implementar estrategias y generar beneficios.
Dimensión ejecutiva: se refiere a la capacidad de convencer a los trabajadores, de utilizar adecuadamente el poder.
Dimensión de liderazgo: se refiere a la preocupación por los demás, por el servicio y el desarrollo de las personas.
Las dos primeras dimensiones dependen de la organización de que se trate: de su tamaño, nivel de competitividad, etc. Una persona puede ser un buen líder para una empresa pequeña, y no serlo para una empresa más grande. Puede obtener beneficios en un entorno favorable y no hacerlo cuando la competencia arrecia. En ese sentido, estas dos primeras dimensiones tienen mucho de situacional. En cambio, la dimensión de liderazgo se puede desarrollar siempre.
Otro error es poner la valla muy alta, añadiendo una tras otra diversas competencias, en un grado heroico, imposible de conseguir para el común de los mortales.
Para analizar el liderazgo, más que alturas exigiremos mínimos: el mínimo en la dimensión estratégica es conseguir los resultados para que la empresa no quiebre. El mínimo en la dimensión ejecutiva es ser capaz de que la gente me haga caso. El mínimo en la dimensión de liderazgo será evitar toda injusticia en una organización.
De manera que ya tenemos el perfil de un líder: aquel que es capaz de conseguir beneficios, sabiendo dirigir y coordinar el trabajo del equipo, defendiendo que en la organización nadie se aproveche de otro, ya sea un trabajador, cliente o proveedor.