La confianza se desarrolla entre personas. Yo confío en las intenciones del otro hacia mí y viceversa. Pero como no puedo ver el interior de la otra persona, tendré que deducirlo a partir de sus acciones. De manera que para confiar no bastan buenas intenciones, ni siquiera palabras bonitas, si no están respaldadas por acciones.
Un problema de las empresas grandes es la difuminación de su “carácter personal”. Las empresas se vuelven sociedades anónimas, los directivos tienen responsabilidades parciales, sus criterios de evaluación se reducen al rendimiento económico, su responsabilidad es limitada y su permanencia en la empresa es temporal.
Southern Perú fue fundada por cuatro empresas norteamericanas, Asarco, la mayor de ellas (con 58% de participación). Posteriormente, Asarco sufrió una compra hostil por parte del Grupo México, que quedó así en poder de las actividades mineras en el sur del Perú. Cada cambio de administración genera, indudablemente, un cambio en la relación con los stakeholders.
Un problema adicional es que la relación con las comunidades es protagonizada por funcionarios medios de la organización (encargados de relaciones comunitarias, de relaciones públicas, etc.) o por empresas o asociaciones contratadas por la empresa. Estos interlocutores tienen un poder de decisión muy recortado y eso lo notan los líderes comunales.
Modos distintos de razonar
En la Ética a Nicómaco, Aristóteles explica tres modos de razonar: la razón especulativa (episteme), que busca conocer la realidad; la razón práctica, orientada a la acción, que puede ser prudencial (phronesis) referida a las relaciones humanas, o técnica (techné), referida al cómo hacer. La razón prudencial es fundamental en las relaciones con personas y es la base de la confianza, mientras que la razón técnica o instrumental es muy útil para todo aquello que tenga que ver con la acción productiva.
El gran avance de la técnica ha hecho pensar que es el modo de pensar por excelencia y que es la llave para solucionar todo tipo de problemas. Craso error. Si se pretende solucionar los problemas sociales solo con un razonamiento técnico desembocaremos en lo que los griegos llaman aporías: callejones sin salida.
La distinción es obvia. En un problema técnico solo hace falta el conocimiento de quien va a resolver el problema, el técnico experto. En un problema social el conocimiento del técnico es insuficiente porque hay factores que no dependen de él: hay otras personas involucradas, que son libres de entender el problema y querer resolverlo. Para ello deben confiar en las intenciones de quien propone la solución.
En el caso de Tía María, se ha puesto mucho énfasis en las bondades del Estudio de Impacto Ambiental y en que ya está aprobado. Eso es funcionar solo con la razón técnica y ese camino termina en una aporía: las comunidades no lo aceptan y ni la empresa ni el gobierno saben qué hacer. Están en un callejón sin salida. El problema no es “cómo hacer para que los pobladores acepten el EIA”, sino “cómo hacer para que los pobladores confíen en la empresa”. Son preguntas distintas que implican planteamientos diferentes.
Si repasamos la historia de las acciones de la empresa nos encontraremos con que la población tiene unas lógicas dudas acerca de la contaminación, por episodios y sanciones recibidas en el pasado, por la cercanía del proyecto a valles agrícolas. Además, las marchas y contramarchas en el uso del agua (primero se dijo que sería del subsuelo, luego del mar), la poca claridad en el manejo del primer estudio de impacto ambiental: el Ministerio canceló el contrato con UNOPS pocos días antes de hacerse público el informe; para el segundo EIA no se contó con el visto bueno de UNOPS sobre el levantamiento de las 138 observaciones con el argumento de que el Ministerio de Economía no había dado el dinero (¿está o no interesado el gobierno en el proyecto?). Todo eso es fuente de desconfianza. No hace falta que venga una ONG extranjera o un caudillo antiminero para generar protestas. No es un problema de falta de comunicación. Es un problema de falta de confianza.
El remedio: pasa por las personas y por sus intenciones. No hay salida técnica. Y así como la desconfianza se ha desarrollado a lo largo de años, la confianza también requiere tiempo, espacios de diálogo y de trabajo conjunto.